La batalla es por las tasas que cobran los bancos para financiar el consumo en grandes cadenas. Pero hay otra pelea de fondo: la millonaria caja que se genera por comisiones y su transferencia al Estado. Directivos de entidades lucen preocupados. El quién es quién de los plásticos bancarios
Por Rubén Ramallo (producción: Guadalupe Piñeiro)
En el mercado la llaman "MorenoCard", aunque el nombre oficial sea "SuperCard".
Y entre las muchas dudas que genera, hay una que aparece en primerísimo lugar: ¿el Gobierno está realmente determinado a forzar a decenas de millones de consumidores a cambiar de tarjeta de crédito, o todo se trata de una operación política para presionar a los bancos a una baja en sus comisiones?
Es que, a primera vista, la última iniciativa surgida de la creatividad del secretario de Comercio Interior parece tan difícil de llevar a la práctica que los analistas financieros ponen en duda que el verdadero objetivo sea el proclamado por el funcionario.
Hoy el Banco Nación administra 1,4 millones de resúmenes y 2,5 millones de plásticos, es decir, apenas el 5% del mercado total.
"Con estas cifras sobre la mesa, es muy difícil que pueda responder en poco tiempo para poder brindarles un nuevo plástico a todos los usuarios que compran en supermercados", señaló el representante de un banco de primera línea.
Más bien, la sensación predominante es que lo que se busca es que el sector financiero haga su "aporte", vía reducción de sus márgenes de ganancia, como forma de apoyar el plan oficial de combate a la inflación.
Cabe recordar que hace ya un tiempo, a través de la Circular del Banco Central (número A 5388), se determinaron las normas sobre "Protección de los usuarios de servicios financieros", que fijan la formas en que los bancos pueden establecer sus comisiones, incluyendo las tarjetas.
"El control se inició con los representantes de las grandes cadenas, luego se extendió a los proveedores y ahora le toca el turno al sector financiero, empezando por las comisiones que se pagan por las tarjetas", observó el directivo de la entidad bancaria, en diálogo con iProfesional.com.
En su visión, la política oficial cuenta con características extrañas, ya que "se tiene un control de precios sin seguimiento y tampoco hay valores de referencia".
La confusión se acrecentó con la versión de que una alternativa en carpeta de los funcionarios es la de aprovechar las propias tarjetas de las cadenas de supermercados, de manera de crear una nueva marca que desplace a los plásticos bancarios.
Nadie explicó por qué motivo estos plásticos, que hoy ya están operando, pasarían a cobrar comisiones inferiores a las actuales hasta ubicarse en el 1% pretendido por el Gobierno, y lejos del 3% que cobran las entidades.
Un mercado desconfiado
Cualquiera sea finalmente la modalidad elegida para la compra con tarjeta en los supermercados, hay algo que es seguro: el actual negocio de los bancos se verá afectado. Ya sea porque disminuirá su participación de mercado o porque tendrán que cobrar una comisión inferior.
El titular de la Cámara Argentina de Supermercados, Fernando Aguirre, uno de los empresarios que mostró una opinión favorable a la iniciativa gubernamental, admitió que "con esto se busca que bajen sus comisiones".
En tanto, el analista Adrián Kittner, de eConsultora, indicó que "los bancos serán los principales perjudicados de este esquema".
Como la intención es que la tarjeta pueda ser utilizada únicamente en los supermercados, algunos de ellos muestran su oposición por el simple hecho de que ya cuentan con tarjetas propias, como Coto y Jumbo, por lo que dejarían de ser válidas en caso de que prospere la idea.
"Si lo que busca el Gobierno es bajar la comisión al 1%, ¿no sería mejor plantear alguna negociación seria con los bancos y las administradoras, ofreciéndoles algún tipo de compensación, en vez de armar toda esta movida?", argumentó "off the record" el directivo bancario consultado.
"No hay que olvidar que el último año, las entidades pagaron impuestos a las ganancias por unos $20.000 millones, de los cuales buena parte provino de este negocio", afirmó el economista Agustín Cramo.
En tal sentido, hay que tener en cuenta que, según el mismo Moreno, "los bancos ganaron demasiada plata en 2012".
"Hoy por hoy el Gobierno no está en condiciones de resignar parte de lo recaudado, porque es evidente que las cuentas públicas no cierran", agregó Cramo.
Pero las mayores dudas están planteadas no sólo en cuanto a la logística del nuevo plan oficial, sino a si, efectivamente, es posible reducir a un tercio la tasa de interés del financiamiento a la compra en los supermercados.
Al respecto, una de las opiniones más contundentes fue la de Federico Sturzenegger, presidente del Banco Ciudad, quien calificó la iniciativa como "una locura".
"El Estado tiene que intervenir cuando hay un monopolio que puede dominar el mercado, pero no tiene que actuar cuando hay una situación de competencia", dijo el economista.
"Este es un negocio impresionantemente competitivo y los bancos se sacan los ojos para ofrecer a sus clientes descuentos en esas terminales de ventas", explicó Sturzenegger.
¿Podrá el Banco Nación manejar tantas tarjetas?
La polémica recién empieza. Pero antes de opinar sobre la efectividad de las medidas como arma para bajar la inflación, los directivos de entidades bancarias están demasiado preocupados por entender las dificultades logísticas que se plantean.
"Hay que tener en cuenta que la liquidación de los resúmenes está prácticamente monopolizada por dos compañías, cuya capacidad no daría abasto para semejante salto", ilustró el ejecutivo de un banco de capital extranjero.
Cabe recordar que en septiembre del año pasado se anunció que el Banco Nación absorbería unas 350.000 cuentas sueldo, como consecuencia del "Programa de Ordenamiento de las Contrataciones y Compras Públicas del Estado", según el cual los organismos de la administración pública nacional deben privilegiar la contratación de empresas estatales.
De esta forma, administraría cerca de un millón de este tipo de cuentas, lo que le daría un importante caudal de clientes.
Juan Manuel Primbas, de la consultora Kantar Worldpanel, consideró que "es muy difícil imaginar un escenario en el que se pueda comprar a crédito con una sola tarjeta oficial".
"Y también que un banco, como el Nación, pueda hacerse cargo de semejante movida", sostuvo Primbas. En su opinión, esta entidad "hoy no es número uno en este segmento y esto puede llegar a modificar el esquema de liderazgo de los bancos".
Quién es quién en el negocio
El negocio que se genera por el uso de los plásticos en súper, de por sí, resulta muy tentador para el Gobierno.
Una comisión del orden del 3% aporta a los bancos y administradoras una cifra cercana a los $1.000 millones anuales.
Se trata del porcentaje y del monto que cobran a los supermercados por las ventas que realizan con tarjetas de crédito.
Pero a ello debe sumarse que las cifras facturadas muestran una tendencia claramente ascendente. Entre enero de 2012 e igual mes de este año la facturación trepó por encima del 60%.
Es decir, muy por encima de la inflación y del resto de los rubros en los que se puede comprar con plásticos.
Según datos del mercado, la cantidad de plásticos en circulación ronda los 33 millones, siendo Visa la marca líder, seguida por el conjunto de las tarjetas regionales (Naranja, entre otras), MasterCard y Amex.
En cuanto a las entidades bancarias, el ranking lo lidera el Santander con casi 3,5 millones de tarjetas emitidas.
Esa entidad es seguida muy de cerca por el Galicia (3,42 millones) y bastante más abajo se ubica el Provincia (2,8 millones).
¿Cuánto cobran por financiar los saldos?
Las tasas de interés de los bancos líderes van del 25% (en el caso del Nación) al 42,5 por ciento, que aplica por ejemplo el Citi.
Sin embargo, no son los más caros del mercado si la mirada se extiende a bancos cuyo negocio principal es el financiamiento "rápido" del consumo, con préstamos a sola firma.
En tal sentido, ese ranking es encabezado por Servicios y Transacciones, con el 65%, seguido por La Capital del Plata (60%) y Metrópolis (55%).
¿Cómo se comporta el consumo?
En el último año, el total de tarjetas trepó algo menos del 8%, para llegar a los 33 millones. En tanto que la cantidad de resúmenes, quizás el dato más importante, pues mide el número de plásticos en uso, sería de unos 22 millones.
Fuerte impacto en el consumo
"Para un supermercado, restarle protagonismo a Visa o a MasterCard le genera de por sí un enorme impacto negativo en las ventas", señaló el responsable de un banco que pelea fuerte en el rubro descuentos.
Y agregó: "Abrir nuevas cuentas para las millones de personas que están acostumbradas a comprar con tarjetas va a llevar mucho tiempo, y eso va a generar una fuerte caída en el consumo. Incluso, hasta podría afectar la cadena de pagos".
En este sentido hay que considerar además el tiempo que se puede tardar en emitir un nuevo plástico.
Desde un banco privado nacional, el gerente del rubro tarjetas afirmó a iProfesional.com que "en épocas normales -desde que se entregan los formularios hasta que la tarjeta está habilitada para ser utilizada- pueden transcurrir como mínimo un par de semanas. Ni que pensar si se tienen que emitir de golpe varios millones de plásticos".
Como contrapartida, una visión parcialmente optimista la aportó Miguel Calvete, quien se desempeñara hasta hace poco como el director Ejecutivo y vocero de la Federación de Supermercados y Asociaciones Chinas de la República Argentina: "Si se generan menos costos que puedan trasladarse al consumidor, el proyecto es bienvenido".
No obstante, remarcó que "es imperioso que este nuevo medio de pago conviva con las tarjetas ya existentes porque no se puede obligar a los consumidores a abandonar las que ya están en el mercado".
Calvete se mostró muy mesurado en sus dichos ya que consideró que "existen muchos medios de pago que son utilizados por el 80% de los argentinos y que entregan una serie de beneficios que no pueden ser cercenados".
La polémica está instalada. Incluso ya se hace referencia a sumar a las grandes cadenas de electrodomésticos a la iniciativa oficial.
El tiempo dirá si el Gobierno podrá llevar a la práctica esta ambiciosa idea y, de ser este caso, si realmente ayudará a bajar la inflación, mientras la administración kirchnerista sigue con la maquinita de imprimir billetes operando a plena capacidad y con un gasto público que no muestra intenciones de ir a la baja.
Es por ello que entre analistas existen dudas de que la "MorenoCard" contribuya a bajar los precios o si, por el contrario, de prosperar, pueda desincentivar la competencia de promos entre bancos y que esto finalmente deje muy malherido al consumo que es aquello que justamente también se busca incentivar.
http://www.iprofesional.com/notas/156401-Ni-Visa-ni-Master-ahora-la-Supercard-de-Moreno-se-mete-de-lleno-en-la-pelea-por-un-negocio-que-mueve-1000-millones
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